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15/8/09

Sobre muerte súbita, estrés y profecía autocumplida.

En 1975 el Psicólogo Martin Seligman de la Universidad de Pennsylvania reportó el siguiente caso:

Una mujer de 22 años de edad rogaba porque le admitieran en un hospital. Contó que ella y sus dos hermanas habían sido maldecidas por una comadrona. Ésta les dijo que una hermana moriría antes de su decimosexto cumpleaños (una hermana murió en un accidente automovilístico antes de cumplir los 16 años), otra moriría antes de cumplir 21 años (la segunda hermana murió en la tarde de su vigésimo primer cumpleaños) y la última moriría antes de su vigésimo tercer cumpleaños. Esta última hermana sobreviviente estaba sólo a unos cuantos días de su cumpleaños y obviamente estaba asustada. Fue admitida en el hospital pero fue encontrada muerta a la mañana siguiente.

¿Qué ocurrió con estas hermanas? ¿Fue de verdad una maldición lo que ocasionó su muerte? Casos como estos son más comunes de lo que uno puede pensar. Alrededor de medio millón de personas en los Estados Unidos despiertan sintiéndose bien, pero durante el día se desploman y mueren. Estos casos aparecen en la literatura médica como el síndrome de muerte súbita (o sudden death syndrom, en inglés), y se asocian a condiciones cardiacas tales como fibrilación ventricular, bradicardia, taquicardia o arritmia. Lo más interesante, es que en todos estos casos, el estrés es el factor mediador de la muerte súbita. Es decir, que las personas que han muerto súbitamente, han vivenciado en fechas cercanas a su deceso, eventos estresantes muy intensos.
¿Es el estrés capaz de ocasionar la muerte de una persona? Aunque Usted no lo crea, durante los últimos años se ha recabado suficiente información científica que nos ofrece una respuesta afirmativa. De hecho, si el estrés no deviene en un síndrome de muerte súbita, puede coadyuvar a la manifestación de diversas enfermedades. Estas enfermedades se encuentran directamente vinculadas a factores psicológicos, por esta razón, reciben el nombre de trastornos psicofisiológicos. Los trastornos psicofisiológicos, también conocidos como trastornos psicosomáticos, son enfermedades médicas que se encuentran influidas por los estados emocionales, la personalidad de los individuos, sus creencias y/o sus hábitos. Estos factores psicológicos pueden influir de cuatro formas sobre el estado físico de las personas: 1) como factor de riesgo para la salud del individuo, 2) precipitando o propiciando la aparición de síntomas, 3) alterando el curso de una enfermedad, es decir, agravando los síntomas, o 4) interfiriendo con el tratamiento.
Ahora bien, dentro de los trastornos psicofisiológicos, se sabe que cualquier trastorno físico puede implicar distintos niveles de alteraciones psicológicas, pero las enfermedades que más se asocian a los estados psicológicos son: la úlcera péptica, la gastritis, los trastornos inflamatorios del intestino como la colitis ulcerosa o la enfermedad de Crohn, las alergias y los problemas de la piel, la artritis reumatoide, las enfermedades infecciosas como la tuberculosis, el asma, la diabetes mellitus, la hipertensión, la cardiopatía coronaria, las cefaleas, el cáncer y hasta el sida.
Los mecanismos subyacentes a los trastornos psicofisiológicos, son explicados por una nueva rama de la ciencia, conocida como psiconeuroinmunología y que fue fundada por el Dr. Robert Ader en 1981, con la publicación del libro que lleva el mismo nombre: Psychoneuroinmunology, De acuerdo con este investigador, y así lo corroboran infinidad de estudios, las estructuras cerebrales que controlan nuestros estados emocionales, también tienen injerencia sobre el sistema inmunológico, a través un eje que vincula funcionalmente al hipotálamo, la hipófisis, las glándulas suprarrenales y el sistema inmunológico. Esto quiere decir que si una persona experimenta emociones negativas tales como cólera o tristeza, la transmisión neuroquímica en el cerebro activa zonas específicas (hipotálamo e hipófisis) que hacen que la glándula suprarrenal libere hormonas en el torrente sanguíneo. Estas sustancias, según sea el caso, debilitan al sistema inmunológico, y en consecuencia, las personas que viven emociones negativas están propensas a contraer cualquiera de las enfermedades antes mencionadas.

En un estudio realizado en la Universidad de Pennsylvania, se sometió a un grupo de personas a condiciones de estés y a otros no, cuando se compararon sus muestras de sangre se encontró que quienes habían experimentado estrés tenían mayor cantidad de adrenalina en la sangre. También reportaron sentirse más ansiosos, irritables y poco tolerantes. Actualmente, gracias a estudios como estos, se ha descubierto que las emociones negativas se asocian a patologías físicas y psicológicas. De hecho, diversas condiciones médicas se encuentran relacionadas con determinadas emociones. Quienes sufren del corazón por lo regular son coléricos, competitivos y hostiles; y las personas que tienden a deprimirse tienen más riesgo de padecer cáncer, que aquellas que no se deprimen con tanta facilidad.
En resumen, el estrés es la causa (directa o indirecta) de morbilidad y mortalidad, más reportada y estudiada en los últimos años. Pero además se sabe que un factor que se asocia al estrés son las creencias de los individuos. De tal forma que no importa si un hecho es verdadero o no, lo que importa es si la persona lo cree verdadero. Como en el caso que nos narra Seligman, la tercera hermana tiene tal convicción de que va a morir, que muere, sin que esto se deba necesariamente a una maldición. Los psicólogos han estudiado este fenómeno y le han denominado como la “teoría de la profecía auto-cumplida”. Uno de los principales investigadores de este fenómeno es el Dr. Robert Rosenthal de la Universidad de Harvard. Este investigador realizó el siguiente experimento: indicó a un grupo de profesores de una escuela primaria que el grupo de alumnos a los que iba a enseñar era brillante, mientras que a otro grupo de profesores les dijo lo contrario. Pero en realidad los alumnos brillantes eran torpes y los torpes eran los brillantes, sin embargo, los profesores calificaron con notas sobresalientes a los alumnos que se les sugirió eran brillantes y pusieron bajas notas a los que habían sido aludidos como torpes. El mismo fenómeno se puede apreciar cuando los médicos administran placebos a sus pacientes. Un placebo es una sustancia inocua (por lo general sacarosa), que se administra a un paciente y se le indica que es una medicina que curará su dolencia. La persona que toma el placebo efectivamente mejora su salud, a pesar de que sólo ha tomado una pastilla de azúcar. El fundamento de la teoría de la profecía auto-cumplida es similar al de la hipnosis, es decir, la autosugestión. Ocurre que cuando una persona se aferra a una idea, tiende a interpretar los sucesos del entorno, en referencia a tal elucubración. Incluso puede percibir sensaciones y experimentar emociones como si en realidad ocurriese lo que cree que ocurre. Aunque este fenómeno es considerado dentro de la normalidad, podría relacionarse con los trastornos psicóticos, en los que las personas afectadas tienen delirios y alucinaciones, perdiendo contacto con la realidad.

Una sugerencia final sería cultivar pensamientos positivos sobre uno mismo, sobre nuestro entorno y sobre nuestro futuro, para desarrollar el optimismo suficiente que nos ayude a enfrentar los problemas cotidianos de la manera más relajada posible. Así, no sólo prevenimos enfermedades físicas y mentales, sino que también disfrutamos más de la vida, de sus alegrías y contrariedades. Recuerde que la muerte y el estrés van de la mano, y que no importa cuan adversa sea la realidad, todo depende de su punto de vista. ¿Es Usted de los que ven el vaso medio lleno o medio vacío?

Autor: Walter Lizandro Arias Gallegos
Fuente: XING, Grupo de Psicología Positiva, Humor y Risa (IMER)

1 comentario:

  1. sin hablar del constipado común o algunas alergías cuya incidencia, en algunos casos, está relacionada con trastornos como la ansiedad.

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